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domingo, 12 de junio de 2011

Expedición a Marruecos: Marrakech - Imlil


Después de la experiencia en El Cairo, no me apetecía mucho volver a visitar el mundo árabe. Pero en esta ocasión la idea era alcanzar la cima de un 4.000, El Ras, de 4.083 Mts. Por lo que me acabé animando.

La expedición de Los Últimos estaba compuesta por Sergio, Carlitos, Marina, Rafa, Víctor, Salva y yo.

Después de llegar al precioso aeropuerto de Marrakech y que una furgoneta nos llevara a las inmediaciones de la plaza Djemma El-Fná, nos dirigimos a un pequeño hostal situado muy cerca de la plaza y nos distribuimos las habitaciones. A mí me tocó compartir con Sergio una con seis camas y una espléndida terraza con vistas a la plaza.

Después de acicalarnos, nos dirigimos a dar un paseo y buscar a los famosos comandos pajilleros.

La plaza era un hervidero de gente que iba y venía, disfrutaba de las comidas que ofrecían en los tenderetes, los zumos, frutos secos o dátiles que vendían en los puestos ambulantes, o visitando el impresionante Zoco.








Como primera visita estuvo genial, volvimos a cenar en el restaurante del hotel, que ofrecía un bufet libre amplio, picante pero amplio y sabroso. Estaba muy bien porque las mesas estaban rodeadas de sillones con cojines, donde podías recostarte y cenar medio tumbado.

La mañana siguiente la aprovechamos para conocer algo más la ciudad, aprovisionarnos y buscar un 4x4 que nos condujera a nuestro destino.


El tema del aprovisionamiento fue curioso, tuvimos que encontrar un supermercado tipo Carrefour, donde pudimos encontrar todo lo que necesitábamos, pero incluso así, Rafa seguía en sus trece de que lo mejor era hacer lo que había hecho él, que era traerse una bolsa de viaje enorme llena de comida, temiendo que en un país como Marruecos no pudiera encontrar nada con qué alimentarse.

Después recorrimos varias agencias de alquiler de coches buscando un todo terreno, bueno, no, un todo terreno lo buscábamos solo unos pocos, porque Rafa y después Carlos influido por él, preferían alquilar un par de Dacias. El motivo no era otro que el temor que tenían a lo que podríamos llegar a hacer los más atrevidos del grupo con un 4x4. Finalmente pudimos imponernos, y nos ofrecieron un espléndido Mitsubishi Pajero, al que nos emperramos que pusieran una baca. Menos mal, porque a pesar de que el coche era muy grande, meter dentro a los 7 y todos los equipajes incluyendo el bolsón de comida de Rafa, habría sido algo complicado.

Durante el día, ya comencé a encontrarme un poco extraño, y según iba avanzando pude darme cuenta de que la noche anterior debí comer algo que me había sentado mal, no sé si sería el agua, el hielo de alguna Coca-Cola, alguna verdura lavada con agua del lugar o qué, pero una terrible diarrea se iba apoderando de mi según iban avanzando las horas.

Nuestro día acabó con un paseo por el Zoco que tuvo un tremendo impacto en el resto del viaje. Carlos, decidió que había encontrado el chollo de su vida y que no podía dejar escapar la oportunidad de comprar dos enormes lámparas para su casa. Si, todavía nos quedaba un viaje a un pico de 4.000 Mts y otro al desierto del Sahara, pero no, las lámparas no podían comprarse a la vuelta, tenían que comprarse en ese preciso momento.



Después de pasar la noche entre visitas al cuarto de baño y retortijones, la expedición de los 7 Últimos y sus lámparas comenzó el viaje a su primer destino, Imlil.

Conducíamos a turnos disfrutando de los impresionantes paisajes que encontrábamos por el camino, parando cuando nos apetecía y en ocasiones visitando algún pueblecito que nos llamaba la atención.






Finalmente, se nos hizo de noche y todavía nos quedaba por cruzar la cordillera del Atlas. Además de tener que conducir por esa estrecha carretera durante la noche, una niebla cerrada decidió acompañarnos precisamente en los tramos más peligrosos. De verdad, no recuerdo haber conducido nunca por una carretera que tuviera caídas de más de mil metros a un paso de la rueda.

Debo decir que Rafa era una persona tremendamente despistada, y mientras conducía en esas condiciones se daba la vuelta para preguntarnos cosas, a lo que todo el grupo gritaba al unísono:

- RAFA!!!!!!! MIRA HACIA DELANTE POR DIOS!!!!!!!!

Creo que todos sufríamos el miedo a que se nos pudiera ir el coche en un momento de despiste, tensión que solo consiguió romper el comentario de Víctor:

- Le doy un premio al que consiga ir con la espalda pegada al respaldo.

Y es que todos íbamos inclinados hacia delante intentando ver la carretera.

Cuando por fin llegamos a terreno llano pudimos relajarnos, aunque nuestras ganas de aventura y de descubrir ese país estaba presente en todos nosotros, como se pudo comprobar cuando alguien grito:

- Un lobo!!!!!

- Noooo, Es un zorro,

- Es un coyote…

Aunque finalmente nuestro gozo quedó en un pozo, cuando nos dimos cuenta de que se trataba de un simple perro que vagaba por allí.

Paramos a cenar en un bar de carretera. Estaban todos viendo un partido de futbol entre el Getafe y no se quien, pero nos valió para repostar tanto el coche como para recuperar las energías que habíamos dejado en la carretera de los acantilados.

Ahí vino nuestra primera duda, ya que al ver los surtidores en árabe no sabíamos cuál de ellos sería diesel y cual gasolina, por lo que todos estallamos en carcajadas cuando Víctor preguntó:

-Vale, que ponemos, gusanito, gusanito, culebrilla, o culebrilla, culebrilla, gusanito

وقود الديزل





Poco después buscamos un hotel de carretera para hacer noche y poder continuar camino el día siguiente.

Madrugamos y pudimos llegar pronto a ese precioso pueblecito con nombre de villa del Señor de los Anillos, Imlil.

Allí dejamos el coche en un aparcamiento vigilado por un viejecito de gruesas gafas. Al verle pensabas que ese hombre no podría garantizar la seguridad del coche, pero se ve que era una especie de patriarca, ya que si dejas ahí el coche, puedes estar seguro de que nadie le hará nada.

Cogimos únicamente el material necesario de montaña y dejamos el resto en el coche y nos dispusimos a comenzar la ascensión.

Debíamos llegar al refugio que se encuentra a 3.250 Mts. De altitud, y yo comenzaba la ascensión preocupado, ya que aún me acompañaba la diarrea, y no había podido comer nada desde la primera noche, solo tés y algún que otro yogurt. Evidentemente llegaba muy débil si quería hacer cima, y eso era algo que me preocupaba.




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