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domingo, 10 de abril de 2011

Egipto: Expedición al Mar Rojo (Desenlace)


Cueva Mar Rojo




Por fin zarpamos y tomamos rumbo a las profundidades del Mar Rojo. La primera inmersión fue de tanteo, como en el Mar Rojo se bucea con botellas de aluminio, había que intentar coger el peso adecuado para llevar bien la flotabilidad, así que me pasé toda la inmersión con el culo en pompa, ya que me faltaban un par de kilitos en el cinturón. Además de eso, tenía que apañarme con la cámara de video y con la de fotos, en fin, que parecía el Inspector Gadget.

De todas maneras, esa primera inmersión, para alguien que hasta entonces solo había buceado en el Mediterráneo resultó impresionante. El colorido de los peces mariposa, los cirujanos, algún banco de atunes que vimos y como no, los simpáticos peces payaso jugueteando en sus anemonas, hacían que se te pasara el tiempo de la inmersión casi sin darte cuenta.

La vida en el barco era comodísima. En España, estamos acostumbrados a que para bucear hay que “deslomarse”; Carga con la botella, monta tu equipo, llévalo al carro cuando no a la playa, empuja el carro, carga los equipos en la barca, equípate, sube con el equipo a la barca cuando acaba la inmersión, descarga la barca, vuelve a cargar los equipos en el carro, vuelve a empujar el carro, vuelve a desmontar el equipo y vuelve a cargar la botella (esta vez vacía) para dejarla en el sitio de las botellas vacías, y entonces, es cuando ya descansas e intentas disfrutar de lo que has visto en 45 minutos.

Para hacer la inmersión en el barco solo tenías que ponerte el neopreno y “acoplarte” al equipo de buceo que previamente ya te han preparado, ¡¡¡Hasta te ponen las aletas!!!!, además si te despistas y sales alejado de la barca van a buscarte. En España te hacen nadar hasta la barca y encima te regañan.

La vida en el barco era muy sencilla, diría que hasta monótona, sino fuera porque con lo que ves en cada inmersión es un regalo para los amantes de las profundidades:

Te levantas, tomas un café y buceas.

Sales de bucear, desayunas y duermes o dormitas. Puedes hacerlo en el camarote o en alguna de las cubiertas al sol.

Te levantas, y buceas

Sales de bucear, comes y duermes o dormitas, puedes hacerlo donde he dicho antes, aunque a medio día con el sol del Mar Rojo te sueles ir al cobijo del aire acondicionado del camarote.

Te levantas y buceas

Sales, meriendas y duermes o dormitas.

Te levantas y buceas

Sales, cenas, charlas y si te animas, toca nocturna.

Queda a tu elección saltarte alguna de las inmersiones si te apetece, pero sin querer desperdiciar ninguna de las oportunidades no me perdí ni una.

Las inmersiones eran realmente impresionantes, la explosión de vida era abrumadora, tanto de peces como de corales. Creo que sería incapaz de detallar todas las especies que vi, pero supongo que todos tenemos nuestras preferidas.

A mi me gustaba entretenerme con los peces payaso, y los peces globo, es como si derrocharan simpatía, me parecen graciosísimos.
Pez payaso Mar Rojo

Además, cada inmersión parecía tener sus propios artistas invitados, de vez en cuando alguna tortuga curiosa nos miraba con curiosidad, y yo pensaba:

- Igual que cuando nosotros subimos al barco decimos que hemos visto una tortuga, ella cuando se encuentre con otra, dirá: he visto unos buzos por allí.

En las nocturnas, los peligrosos peces escorpión, atraídos por las luces se acercaban a ti, y si aprovechabas para poner tu foco sobre algún pez dormilón, aprovechaban para tomar un tentempié.

En una de las inmersiones pudimos ver a la madre de todas las morenas, era tan enorme, tenia una cabeza tan grande que resultaba casi desproporcionada, jamás habría imaginado que pudieran llegar a tener esos tamaños.

Al principio comenzamos portándonos bien, yendo con el grupo, con el guía… pero poco después comenzó a salir a flote nuestra verdadera alma.

Yo, perezoso y tranquilo como siempre, llegaba siempre tarde a la llamada de inmersión:

- Yalla, yalla (Vamos, vamos)

Me repetían cada vez que había que bucear.

Por otro lado, y haciendo honor al título de “los últimos de la fila”, solíamos quedarnos atrás y, en más de una ocasión perder al grupo.
Pez ballesta Titán Mar Rojo

Llegamos a tal punto que Bea (a pesar de su santa paciencia) decidió dejarnos en manos de Hamid, un Dive Master Sudanés que con un cuerpo como dos míos imponía bastante.

Al principio en inglés nos contaba cómo iba a ser la inmersión, y nos indicaba que no nos separáramos de él, pero cuando salíamos de bucear siempre me decía:

- Do you want to fuck me????????? (Que traduciremos por un comedido “Quieres fastidiarme????)

A lo que yo siempre respondía….:

- Sorry, I don´t understand (lo siento, pero no te entiendo)

A pesar de que él era plenamente consciente de que nos comunicábamos y entendíamos perfectamente.

Fue tal el grado de despiste que teníamos debajo del agua, que una vez no es que nos perdiéramos del grupo, es que yo me acabé perdiendo de Marina. Menos mal que finalmente siempre les encontrábamos.

Teníamos a Hamid completamente desesperado, y la verdad, es que aprovechábamos que consumíamos menos que el para no dejarnos atrapar cuando venía a engancharnos para finalizar la inmersión.

La visita al Dun raben y al thirstelgom fueron impresionantes. En el primero además de lo curioso que resulta ver cientos de váteres en el fondo del mar, un pez piedra, dos morenas y la pasada rasante que nos hizo un impresionante pez Napoleón, nos dejaron un estupendo sabor de boca.
Pez escorpión Mar Rojo

El thirstelgom necesitó tres inmersiones, una de ellas nocturna para poder ser explorado por completo.

No era solo la aventura de recorrer el interior de un barco hundido, pudiendo sentarte en sus motos o entrando dentro de los camiones que llenan sus bodegas o admirando los imponentes cañones de proa, es la vida que el barco alberga, desde peces cocodrilo, hasta tortugas que buscan en él cobijo para echar una cabezadita…

Mientras, entre inmersión e inmersión, la paciente Bea procuraba darnos el curso de Nitrox que habíamos contratado. Nosotros (Marina y yo) intentábamos no dormirnos y atender, incluso creo que a veces hicimos el intento de hacer los deberes que nos ponía, como hacer alguna tabla o leernos alguna lección del libro, menos mal que teníamos al “Pater” (Carlos) que si atendía.

Cuando llegó el día del examen conseguimos copiarlo entero de el de Carlos, y por fin conseguimos nuestro título.

El viaje llegó a su fin, aunque yo me habría hecho otras 20 inmersiones más. La última noche, además de acordar la correspondiente propina para la tripulación, salimos a cenar a Sharm el Sheik acompañados y fabulosamente guiados por Hamid.

Estuvimos en un lugar que no recuerdo como se llamaba pero que estaba en la zona donde están todos los locales de copas. Tomamos alguna que otra y admiramos un precioso baile típico egipcio.

Creo que de esa noche me quedan dos recuerdos especiales. Uno el buen ambiente que tuvimos con Hamid, quien liberado de su función de guía, hasta nos confesó que entendía que nos gustara ir a nuestro aire, el otro, la última conversación por teléfono que tuve con Bea, a quien después de agradecer su paciencia y reconocerle su excelente profesionalidad, conseguimos despedirnos casi con nostalgia.

Del viaje que me queda? Sin duda las pirámides y el fondo de un mar que jamás olvidaré.

Tortuga Mar Rojo

Pez Reja Mar Rojo

sábado, 2 de abril de 2011

Egipto; Expedición al Mar Rojo (todo lo que toquéis, puede heriros o mataros)

Escritura árabe

Al día siguiente visitamos el museo egipcio de El Cairo. Como Carlos ya lo había visitado, se quedó fuera y nos ofreció muy amablemente la Lonely para que pudiéramos guiarnos por su interior. Nos indicó que era lo que teníamos que ver y en que página se encontraba la información, así que nos metimos en el museo, guardamos la guía en la mochila para no hacerla ni caso y nos dedicamos a deambular entre momias, vasijas, sarcófagos y como no, a admirar la maravillosa mascara de Tutankamon.

Después de volver a visitar alguna que otra mezquita más, el día llegaba a su fin, así como nuestra estancia en el Cairo. La mañana siguiente comenzaría una nueva aventura, comenzaríamos a explorar las profundidades del Mar Rojo.

Me marchaba de la ciudad sin respuesta a muchas preguntas extrañas:

- ¿Por qué en muchas casas aunque no tengan para comer, se gastan el dinero en parabólicas?

- ¿Qué podría haber sucedido en esa ciudad, para que todos los techos se vieran como si hubiera habido un terremoto?

Techos de los edificios de El Cairo: Egipto
Desde luego es un lugar que no te deja indiferente, una ciudad que, debido al sofocante calor del día, tiene una impresionante vida nocturna, hasta el punto, que una noche, asomado en la terraza del hotel, pude ver varias familias paseando con sus hijos de 4 o 5 años a las 4 de la mañana.

De todas maneras, era una aventura que acaba para dar comienzo a otra.

Nos levantamos pronto para coger el avión que nos llevaría a Sharm el Sheikh. Cuando llegamos a El Cairo era de noche, pero sin embargo ahora volábamos de día, esto hizo que pegara mi cara a la venta absorto en los paisajes que íbamos recorriendo.

Sobrevolamos un enorme desierto que nos regalaba impresionante imágenes. Cuando por fin llegamos al Sharm el Sheikh, la ciudad comenzó a aparecerse como si fuera un oasis artificial. Empezábamos a ver zonas verdes y palmeras sin poder entender cómo podrían vivir con la aridez que les rodeaba.

En el aeropuerto nos esperaban para llevarnos directamente al barco en el que pasaríamos los siguientes 7 días, el Sea Queen II.

Llegamos al puerto y embarcamos. Estuvimos un buen rato allí mientras elegíamos camarote, nos acomodamos, explorábamos el barco y fuimos conociendo a nuestros compañeros de viaje.

En esta ocasión y para evitar problemas, Carlos se apropió un camarote para él solo, Marina y yo ocupamos uno doble para poder hablar y reír hasta las tantas sin molestar a nadie.

Cuando por fin estuvimos todos listos, el barco zarpó y nos ofrecieron el primer breafing de bienvenida.

Bea era nuestra guía oficial, nos dio la bienvenida, nos informó sobre todo lo referente al barco, como serían nuestros próximos días abordo, por qué zonas navegaríamos y bucearíamos y finalmente nos realizó una importante advertencia, un aviso que jamás olvidaré. ¿Por qué?, pues supongo que porque es lo que todo aventurero desea oír cuando comienza una nueva aventura:

- Tened en cuenta que ahí abajo, todo lo que toquéis, puede heriros o mataros.

Cuando oí esas palabras, supe de inmediato que quedarían grabadas a fuego en mi memoria para siempre, mis ojos se abrieron y creo que hasta se me podría haber caído la baba, sabiendo que estaba a las puertas de una experiencia de esas como las que había soñado tantas y tantas veces cuando era pequeño.

Ante semejante advertencia… ¿Quién se puede resistir descubrir todo lo que el Mar Rojo le puede ofrecer?

Morena Mar Rojo