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domingo, 20 de marzo de 2011

Expedición al Mar Rojo; Primera parte: Viaje al Cairo


Escritura árabe


Con solo el equipo de buceo facturado y con unas camisetas, unos pantalones y unos pareos embarcaba en el vuelo de Egypt Air junto a Carlos y Marina.

Era mi primer gran viaje fuera de España, por eso, entre que Carlos se había ocupado de toda la organización del viaje y que ellos habían visitado más países, yo me iba dejando guiar en todo, hasta tal punto que fue cuando me subí en el avión cuando se me ocurrió pensar… ¿Cómo nos vamos a comunicar allí?

La respuesta de Marina sonó tremendamente segura…

- En inglés.

Cuando aterrizamos en el aeropuerto de El Cairo, buscamos al contacto de la agencia Abando. Le encontramos y nos llevó a una furgoneta con dirección al hotel Zoser, en la Avenida de las Pirámides.

Para llegar al hotel había que atravesar El Cairo, por lo que asomados por las ventanas mirábamos inquietos y comenzábamos a familiarizarnos con el caos de la ciudad, mientras el guía intentaba convencernos de los beneficios de contratarle a él y a su amigo para que nos enseñaran la ciudad durante los tres días que pasaríamos allí, antes de dirigirnos a Sharm el Sheikh a explorar las profundidades del Mar Rojo.

Al llegar al hotel por fin nos deshicimos de nuestro proyecto de guía y nos encontramos con nuestra primera sorpresa.

Carlos había reservado una habitación doble con una cama supletoria para los tres. Marina y yo nos quedamos extrañados, sobre todo sabiendo que Carlos a las diez o como muy tarde a las diez y media recibe todos los días de manera puntual la visita de Morpheo y cae rendido en sus brazos, pero en fin, cuando estábamos a punto de acabar de acoplarnos recibimos la segunda sorpresa. La cama supletoria, que por supuesto me tocó a mí, estaba coja.

Por supuesto protestamos. Tercera sorpresa: lo último que nos podíamos esperar es que la solución que nos ofreciera un hotel de cuatro estrellas fuera calzar la pata de la cama con un plato de comida para perros, pero como estábamos agotados del viaje, accedimos con tal de quedarnos por fin solos.

Cama en el Hotel Zoser de El Cairo: Egipto


Al día siguiente Carlos, Lonely Planet en mano nos levantó bien temprano con intención de recorrer todas las mequitas que recomienda la guía.

Al salir del hotel cogimos un taxi, y fue ahí cuando me di cuenta que lo que Carlos y Marina sabían decir en inglés era:

- “How much?” Y “very expensive”

Por lo que haciendo memoria de las clases de inglés del instituto me convertí sin comerlo ni beberlo en el traductor oficial de la expedición.

El caso es que con el primer taxi que cogimos pudimos comprobar el tremendo caos que es el tráfico en El Cairo, los coches tienen una especie de idioma que interpretan con el claxon, un “pi” significa hola, dos, apártate, tres, disculpa, dos cortos y uno largo, luego nos vemos, en fin, es como una especie de código morse egipcio.

Además, la existencia de pasos de cebra, semáforos y policías de tráfico son meramente ornamentales, ya que no se respeta a ninguno de ellos, por no hablar de las veces que en las grandes avenidas se meten en dirección contraria con la mayor tranquilidad del mundo.

Creo que a mitad de la mañana ya había perdido la cuenta de todas las mezquitas que habíamos visitado, entre tanta mezquita, el tráfico, el insoportable calor de El Cairo y Carlos anunciándonos las siguiente cuarenta mequitas que quería visitar me encontraba agotado.

Mezquita en el Cairo: Egipto


Cuando llegó la hora de comer no teníamos hambre, al beber tanta agua para aliviar el calor teníamos el estómago lleno y éramos incapaces de comer nada.

Por fin llegamos a visitar el Zoco, el mercado de Khan el Khalili, donde todos los comerciantes pretendían llamar nuestra atención de cualquier manera diciéndonos a nuestro paso:

- Eh, Antonio Banderas (como llevaba el pelo largo, les valía como excusa simpática)

- Pasa aquí.

- Catalán? Madrileño?

- Eh, pasa aquí, yo engaño menos (y no se ponían ni colorados)

Zoco en el Cairo: Egipto


Fuimos de tienda en tienda, entrabamos e intentábamos regatear, digo intentábamos porque pasábamos más tiempo discutiendo entre nosotros que con el tendero.

Quisimos ira tomar un té al café de los espejos, ¿por qué en el café de los espejos? Pues porque lo decía la Lonely, como no.
Minarete en el Cairo, Egipto



Después de visitar dos o tres mezquitas más y subir a otros tantos minaretes volvimos al hotel en busca del fresquito de la piscina y del aire acondicionado.

Cuando llegamos a la piscina nuestra sorpresa fue total, los hombre iban en bañador como en cualquier sitio, pero los bañadores de las mujeres eran como pijamas con burka, ya que les cubría desde los pies hasta la cabeza.

Por fin cayó la noche acompañada de una temperatura mucho más soportable que el calor del día. Salimos a dar un paseo y acabamos de nuevo en el Khalili, un Zoco árabe ha de visitarse siempre de día y de noche, es como si fueran diferentes.

Por fin decidimos en que restaurante meternos, uno que encontramos paseando fuera del Zoco y que no estaba destinado a turistas.

Cuando por fin volvimos al hotel mi sensación era muy distinta a la esperada. Desde pequeño siempre había querido ir a Egipto, el mundo egipcio, las pirámides, los faraones, el Nilo… no era la imagen que transmitía El Cairo. La imagen que te llevas cuando visitas la ciudad es más bien de mundo árabe puro, mezquitas, minaretes, tumbas árabes… pero de mundo egipcio nada, ni siquiera logramos encontrar a nadie que nos llevara a un supuesto cementerio Copto que nos indicaba la guía.

En fin, al día siguiente tocaba visitar las pirámides y por fin podría tomar contacto con ese mundo que tanto me hizo soñar cuando era pequeño.

Continua en: Expedición al Mar Rojo; Segunda parte: Explorando las pirámides
Zoco en el Cairo, Egipto


Interior de Mequita en el Cairo, Egipto



3 comentarios:

  1. Hola Escarpíiiin, es increíble que recuerdes también los detalles del viaje, así que voy a estar esperando las siguientes partes para poder vivir de nuevo esos momentos...

    Un abrazo
    Carlos

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  2. Anónimo dijo...
    Hola Escarpíiiin, es increíble que recuerdes también los detalles del viaje, así que voy a estar esperando las siguientes partes para poder vivir de nuevo esos momentos...

    Un abrazo
    Carlos

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  3. Carlos, fue un viaje inolvidable, como para olvidarlo jajaja.

    Un abrazo fuerte

    Escarpiiiiiin

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